La mayoría de nosotros podemos recordar la primavera de nuestro último año de preparatoria: el baile, las fiestas y la culminación con la graduación. La primavera de nuestro último año de preparatoria es tan única que se le conoce como el mal de la senioritis. La mayoría de los estudiantes de último año la contraen en abundancia, mas luego se recuperan en la época de su introducción a la vida postpreparatoriana.
Hoy los jóvenes enfrentan un virus real: Covid-19. Si ama a un joven, puede notar ciertos ‘síntomas’ de comportamiento. Tal vez le ha sugerido el antídoto de que deje de centrarse en sí mismo y vea las necesidades de los demás en este mundo. En un sentido amplio, usted tiene razón en su prescripción, pero el propósito de este artículo es pensar con más profundidad en la realidad de nuestros jóvenes en esta época de trastornos.
¿Qué pueden hacer los adultos para ayudar?
Anímelos a hablar de sus sentimientos cuando estén listos para hacerlo. No les diga cómo eran las cosas en su época. Escuche cómo se sienten.
No, no es la voluntad de Dios que las personas se enfermen y mueran. Es el resultado de vivir en un mundo caído. Él sabe todo lo que sucede, y el corazón de Dios se quebranta junto con el nuestro.
Nuestra frustración puede definirse como la brecha entre nuestras expectativas y nuestra realidad. Ayúdelos a determinar maneras de reducir esta brecha y reducir la frustración. ¿Cómo podemos disminuir las expectativas en estos tiempos? ¿Podemos elevar el nivel de su realidad a través de diferentes actividades o conexiones que hacen que cada día sea más llevadero?
Las cosas pueden empeoran antes de mejorar.
Propóngase que cuando ellos vean en retrospectiva y recuerden esta época de sus vidas, que sea una en la que caminamos a su lado, en lugar de tratar de corregir cada imperfección de su perspectiva. ¿Quién sabe? Podríamos hallarnos en “tierra santa” en estos tiempos. No crujamos los dientes, sino “aprovechemos lo mejor de cada oportunidad” (Efesios 5:16).
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