El Dr. David Sánchez sirve como el director de Ética y Justicia en la Comisión Cristiana para la Vida. Para más información, visite txb.org/clc.
La Biblia toma el abuso sexual en serio. Debemos denunciarlo 1) porque es la ley (en el caso de menores) y debemos someternos al gobierno que Dios ha puesto sobre nosotros para ejercer Su justicia; 2) porque como pueblo de Dios se nos pide que defendamos al oprimido y vulnerable; 3) porque al hacerlo desanimamos a otros posibles ofensores; y, 4) porque al denunciar al ofensor le proveemos la oportunidad de ver su pecado por lo que es y arrepentirse. Pasajes bíblicos comúnmente usados para evitar que el abuso y la agresión sexuales sean denunciados al considerarlo como un asunto “interno” no son usados cuidadosamente y en ninguna manera refutan o anulan estos mandatos y principios.
Primero, aclaremos los términos. El término “abuso sexual” es usado para indicar cuando un menor de edad es engañado, forzado, u obligado a participar de actividad sexual para el placer del abusador. La “agresión sexual” se refiere a tal conducta cuando el abusador y la víctima son adultos. Con eso en mente, Deuteronomio 22:25-27 puede bien describir una agresión o abuso sexuales de acuerdo con las normas de hoy día, dependiendo de la edad de la “joven”.[1]
25 “Pero, si un hombre se encuentra en el campo con una joven comprometida para casarse, y a viola, solo morirá el hombre que forzó a la joven a acostarse con él. 26 A ella no le harás nada, pues ella no cometió ningún pecado que merezca la muerte. Este caso es como el de quien ataca y mata a su prójimo…”
De este pasaje vemos que la violación, de acuerdo con la ley de Dios en el Antiguo Testamento, era un crimen a la par con el homicidio. No era el tipo de asunto resuelto con el prójimo, como el hacer restitución por la pérdida de un burro o buey (Éxodo 21:33-36). La respuesta apropiada, ordenada por Dios para Su pueblo para que fueran bendecidos al vivir en la tierra prometida era el castigo corporal. A pesar de que la ley del Antiguo Testamento ya no aplica a los creyentes hoy día, y nadie debe asumir el asesinar a agresor sexual,[2] el pasaje todavía expone la naturaleza seria del abuso sexual y establece el precedente para denunciar la ofensa y llevar al ofensor delante de una corte de ley para justicia.[3]
Romanos 13:1-5 exhorta a los creyentes a someterse a las autoridades de gobierno. Las razones que Pablo ofrece son teológicas (porque Dios, en Su soberanía, ha ordenado tal autoridad sobre nosotros), lógicas (porque por medio de esa autoridad, Dios venga a los que sufren ofensas), y prácticas (porque al obedecer esa autoridad, los creyentes evitan la ira de Dios sobre sí).[4] ¿Cómo aplica esto a esta discusión? Bueno, en Texas, es un delito menor de Clase A el no denunciar el abuso sexual. Por lo tanto, denunciar tal incidente es un medio por el cual nos sometemos a la autoridad de Dios al someternos al gobierno que Él ha puesto sobre nosotros. Esta es la manera cómo ponemos el castigo del ofensor en las manos de Dios en vez de las nuestras. Por último, francamente, al hacerlo así también evita que seamos considerados culpables y recibamos el castigo bajo la ley por haber permanecido en silencio.[5]
Proverbios 31:8-9 exhorta a los creyentes a defender a los que no pueden defenderse. Este pasaje no es muy conocido, por lo que vale la pena citarlo completo primero antes de nuestra breve discusión: “¡Levanta la voz por los que no tienen voz! ¡Defiende los derechos de los desposeídos! ¡Levanta la voz, y hazles justicia! ¡Defiende a los pobres y los necesitados!”
Este es uno de muchos pasajes que hablan del deseo de Dios por que Su pueblo proteja al oprimido y se asegure de que reciben justicia.[6] En el caso de abuso sexual, las víctimas probablemente han sido forzadas a guardar silencio y someterse. Necesitan un defensor que hable en nombre de ellos. Denunciar el abuso a la policía es una manera de hacer esto. El alcance de este pasaje, y su llamado a defender a otros, va más allá de los eventos particulares del caso conocido de abuso sexual. El abusador puede tener otras víctimas en el pasado, en la actualidad, o en el futuro.[7] Denunciar su conducta aborrecible también protege a estas víctimas en potencia.
Dicho sea de paso, puede que la víctima necesite exhortación con compasión para encontrar su voz y hablar con las autoridades acerca de su abuso, y posiblemente un amigo que vaya con ellos y los afirme en este valiente acto de fe.[8]
1 Timoteo 5:20 exhorta a los creyentes a reprender públicamente al pecador que no se arrepiente, por el bien de los demás. Afirma: “A los que pecan, repréndelos en público para que les sirva de escarmiento (énfasis mío). Esta es una perspectiva que no escuchamos con frecuencia. Una reprensión en público desanima a otros posibles ofensores al revelarles las consecuencias de sus actos. En el caso del abuso sexual, denunciar la ofensa comunica que estos asuntos son tomados en serio y tratados como corresponde. En el caso de un centro de cuidado diurno, por ejemplo, si se riega la voz de que un agresor sexual fue enjuiciado, desalentaría a otros predadores. En el caso de una comunidad de fe, donde digamos que se descubrió que alguien en posición de liderazgo abusó de su poder al agredir sexualmente a un miembro de la congregación, denunciarlo a la policía comunicaría que tal conducta no es propia de los creyentes, y no será tolerada.[9]
1 Corintios 5:1-5 exhorta a los creyentes a remover al inmoral sexual de en medio de ellos por el bien de la persona inmoral. Aquí, Pablo describe el proceso de excomunión como un acto de misericordia, en vez de uno de venganza o juicio. Él afirma, respecto al miembro no arrepentido de la congregación en Corinto, “entreguen a este hombre a Satanás para destrucción de su naturaleza pecaminosa a fin de que su espíritu sea salvo en el día del Señor”. En otras palabras, él debe enfrentar las consecuencias por sus actos, en vez de recibir protección de adentro de la comunidad de fe, con la esperanza de que finalmente él “abandone” su maldad y “reconozca su pecado y se arrepienta”. [10]
Se pudiera decir fácilmente que alguien dispuesto a cometer abuso o agresión sexual, alguien listo para tratar a otro ser humano creado a la imagen de Dios como su objeto personal de gratificación, ciertamente está enredado en el pecado, y probablemente lo ha estado durante un tiempo. En tal caso, se puede argumentar bíblicamente que abstenerse de denunciar su crimen demuestra falta de amor por ellos. Protegerlos de las consecuencias de sus actos en la forma de una denuncia a las autoridades también los protege de la oportunidad de darse cuenta de lo horrible de sus actos y les priva de la oportunidad de que este evento los lleve al poder transformador del evangelio. Una víctima de abuso sexual necesita escuchar esta perspectiva de que denunciar el abuso no solamente es lo correcto que hacer, también es lo amoroso que hacer. De igual manera, si usted es una víctima de agresión sexual y alguien le dijera: “Tienes que perdonarlo, no denunciarlo”, le exhorto a responder: “Ya los he perdonado (o estoy tratando de perdonarlos) y es por eso por lo que los denuncio”.
1 Corintios 6:1-8 advierte a los creyentes a evitar demandas, pero ¿aplica esto al abuso sexual? En una palabra, no. El lenguaje que Pablo usa aquí para describir las clases de ofensas por las cuales los cristianos iban a la corte se traducen como “casos insignificantes” (v. 2) y “asuntos de esta vida” (v. 3). En otras palabras, estos son asuntos civiles no asuntos criminales.[11] Decir: “No debe denunciar el abuso sexual a las autoridades porque los creyentes deben resolver estos asuntos entre ellos mismos” es mal interpretar el contexto del pasaje, así como ignorar las instrucciones más fuertes de Pablo respecto a la inmoralidad sexual en el capítulo anterior.[12]
Mateo 18:15-17 habla de ir a solas y hacerle ver su falta al que peca contra uno, pero esto, ¿incluye el pecado de abuso sexual? Hay, por lo menos, tres cosas que considerar aquí. Primero, Jesús describe una situación donde el ofensor y el ofendido están en el mismo nivel. “Si tu hermano peca contra ti, ve a solas con él y hazle ver su falta…” Sin embargo, en el caso de abuso sexual, la situación siempre es una de desbalance de poder. La persona ofendida no está en posición de ir a su abusador y hablar como iguales y esperar ser escuchada. Segundo, dada la naturaleza de la ofensa, y la probabilidad de que el abusador responderá de manera negativa (y hasta violenta) y entonces negará sus actos, acudir a ellos sería extremadamente imprudente. Una situación de uno-a-uno debe ser evitada a toda costa. Tercero, esto no significa que los otros pasos a seguir con otros y entonces ir delante de la iglesia no deban ser tomados, particularmente si el ofensor es un líder de la iglesia.[13] Como mencionado anteriormente, la disciplina de la iglesia es vital para la salud de la iglesia y el arrepentimiento del ofensor. No obstante, no debe ser considerado como un sustituto para denunciar los crímenes que hayan cometido. Esta es una situación de “ambos-y”, no una situación de “uno o el otro”.
Romanos 12:17-19 habla de no buscar venganza ni pagar mal por mal sino dejar lugar para la ira de Dios, pero ¿es esta una razón para no denunciar el abuso sexual? Puede que haya escuchado historias de mal manejo de acusaciones de abuso sexual, donde a los padres de una víctima se les dijo que denunciar la ofensa sería un acto de venganza y que en vez, ellos simplemente debían de perdonar al ofensor. Sin embargo, como mencionamos anteriormente en la discusión de Romanos 13:1-5, someternos a las autoridades de gobierno al poner a alguien en las manos de la ley es poner la justicia en las manos de Dios. Hacer lo opuesto es protegerlos de Su disciplina, y de una situación que pudiera resultar en arrepentimiento.
Notas:
[1] De acuerdo con la ley del estado de Texas, una persona es menor de edad hasta los 18 años. Sin embargo, durante los tiempos bíblicos, una persona era considerada adulto a la edad de 13 años, y la costumbre judía era el que una mujer contrajera matrimonio en cualquier momento después de llegar a la pubertad y los 20 años. Además, aun si el contexto del pasaje describe a la víctima como un adulto de acuerdo con sus costumbres, no es un paso lógico asumir que el crimen mismo y las consecuencias no aplicarían también si la víctima fuera un niño.
[2] Vea Romanos 12:17-19.
[3] También es digno de observar que la víctima es creída basándose en su propio testimonio, en una situación donde no hay otros testigos. Para una discusión más plena del pasaje visite: “Dios no calla: Lo que la Biblia enseña acerca de la agresión sexual”, por la Dra. Katie McCoy.
[4] Longenecker (La Epístola a los Romanos (NIGCT), 955-972) da las razones “teológicas”, “lógicas” y “prácticas” junto con una discusión muy útil de cómo este pasaje aplica a los creyentes alrededor del mundo, que buscan prosperar bajo diversos tipos de gobierno. Vean además los escritos de T. B. Maston respecto a la “Ciudadanía” en in Both-And: A Maston Reader, 181-206. Traducido.
[5] Jesús mismo no mide palabras cuando se trata de proteger la inocencia de los niños (Mateo 18:5-6).
[6] Vea también Deuteronomio 24:17; 27:19; Salmos 10:17-18; 82:3; Isaías 1:17; 56:1; Jeremías 22:3; y Miqueas 6:8.
[7] MinistrySafe explica que los agresores sexuales con frecuencia tienen múltiples víctimas antes de ser enjuiciados.
[8] Digo “acto de fe” porque denunciar una ofensa a la policía de ninguna manera garantiza el enjuiciamiento o declaración de culpabilidad. De hecho, de acuerdo con RAINN, solamente 25 de 1,000 criminales de asalto sexual van a la prisión (https://www.rainn.org/statisti...). Por eso, muchos dejan de denunciar la agresión sexual debido a que sienten que denunciar el asalto no logra nada bueno. Sin embargo, denunciar es una manera de poner la situación en las manos de Dios y confiar en que se hará justicia.
[9] Vea además 1 Corintios 5:6-7; y Efesios 5:3-17.
[10] Garland, 1 Corintios (BECNT), 175.
[11] Vea el comentario de Garland para un argumento más robusto en contra de aquellos que consideran que este pasaje trata con mala conducta sexual (1 Corinthians [BECNT], 198-200). Traducido.
[12] Además, en 1 Corintios 5 donde el hermano inmoral es expulsado, aun este no fue el caso de un crimen, ya que el contexto presenta a adultos consintiendo. El abuso sexual es un crimen. Las instrucciones de Pablo en 1 Corintios 5-6 son útiles, pero no sustituyen ni anulan sus instrucciones en Romanos 13, y el mandato a someternos a las autoridades de gobierno. Como con todos los asuntos, debemos considerar todo el consejo de la Palabra de Dios y no un simple pasaje al determinar cuál es el curso de acción apropiado y que honra a Dios en una situación dada.
[13] Cf. 1 Timoteo 5:19.
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