Hoy, 4 de abril, se celebra el 50th aniversario del asesinato de Martin Luther King, Jr. La Comisión le ha pedido a varios bautistas de Texas que escriban sobre aspectos del ministerio y la influencia del Dr. King. Este es el cuarto artículo.
Por Kyle Childress
“Soy un hombre”, decía el cartelón que llevaban los trabajadores sanitarios de Memphis, Tennessee, hace 50 años. Los trabajadores sanitarios estaban en huelga contra el Departamento de Obras Públicas de Memphis y demandaban que la ciudad los tratara como seres humanos. Todos eran afroamericanos y ganaban 65 centavos al día recogiendo y manejando camiones de basura en Memphis.
Un par de meses atrás, durante un aguacero, dos trabajadores, Echol Cole y Robert Walker, se refugiaron en la parte trasera del camión de basura para comer. Una
falla eléctrica hizo que el compactador se encendiera, y compactó a los dos hombres junto con la basura y murieron. La injusticia de tal sistema acentuó el dolor y la tragedia cuando la ciudad se rehusó a compensar a sus familias. Once días después 1,300 trabajadores sanitarios abandonaron el trabajo. La razón de la protesta era una sencilla afirmación de que los trabajadores eran seres humanos y debían ser tratados con dignidad. No eran basura, y por eso los carteles decían: “Soy un hombre”.
El Rdo. James Lawson, líder de derechos civiles por mucho tiempo, y quien también era pastor local metodista en Memphis, dijo en aquella ocasión que la ciudad “los trataba como si no fueran hombres…. Era un punto de vista racista…. El fundamento del racismo es la idea de que “el hombre no es un ser humano”.
Martin Luther King llegó a Memphis para participar en el conflicto. Muchos de sus colegas le pidieron que se mantuviera alejado. King estaba exhausto, y tenía otras prioridades, la más grande de las cuales era que planeaba y organizaba la “Campaña para los Pobres” en Washington, pero King estaba determinado a ir a Memphis porque el centro del conflicto estaba en su corazón y lo había estado desde que era niño: la individualidad y la dignidad de cada individuo, basadas en un Dios personal. Dios no es simplemente una entidad transcendente, una fuerza, o una abstracción etérea. Dios es la esencia y la definición de personalidad que crea a la humanidad como personas a la imagen de Dios.
En el último discurso del Dr. King el 3 de abril de 1968, al hablar en Memphis a los trabajadores, a sus familias y a seguidores, dijo: “Y de esto se trata todo esto. No estamos involucrados en ninguna protesta negativa ni en ningún argumento negativo con nadie. Estamos diciendo que estamos determinados a ser hombres, a ser personas. Estamos diciendo que somos hijos de Dios, y como hijos de Dios, no debemos vivir como si fuéramos forzados a vivir”.
King había escrito su disertación doctoral en la Boston University bajo la escuela de pensamiento llamada “personalismo”, un sistema filosófico que enfatiza la individualidad y la personalidad como el centro del valor de la vida, pero a King también se le había enseñado en su iglesia y su familia que “era alguien” creado por un Dios amoroso y personal, redimido por un Salvador amoroso y personal, para que tratara a otros de una manera amorosa y personal.
La maldad es todo aquello que reduce, destruye, divide y degrada a los seres humanos, y King dijo que las tres principales maldades de la sociedad—el racismo, la pobreza y las guerras—obran destrucción tanto en quienesson víctimas de la maldad como en aquellos que participan en la maldad aun cuando no lo sepan. Además, para King, todos estamos conectados los unos con los otros. Como se le enseñó en la iglesia: “Soy porque somos”; nuestra individualidad se descubre en la
comunidad. Este aspecto social de la individualidad humana es también la razón por la cual el racismo no es solamente la preferencia individual de una persona. El racismo es un sistema que nos afecta a todos; divide, menoscaba, destruye y degrada a todos.
La noche en que King predicó en Memphis: “Y la primera pregunta que hizo el predicador, la primera pregunta que el levita se hizo fue: ‘Si me detengo a ayudar a este hombre, ¿qué será de mí?’ Pero después el buen samaritano pasó, y cambió la pregunta: ‘Si no me detengo a ayudar a este hombre, ¿qué será de él?’”. King continuó: “Esa es la pregunta esta noche… No ‘si me detengo a ayudar a este hombre en necesidad, ¿qué será de mí?’. La pregunta es: ‘Si no me detengo a ayudar a los trabajadores sanitarios, ¿qué será de él?’. Esa es la pregunta”.
Esa sigue siendo la pregunta.
De acuerdo al evangelio de Juan, El sumo sacerdote Caifás dijo: No entienden que les conviene más que muera un solo hombre por el pueblo, y no que perezca toda la nación” (Juan 11:50). En otras palabras, la mentalidad de Caifás era que a veces es necesario que las personas sean sacrificadas por una causa mayor: la finalidad empresarial, la libertad y la democracia, la eficiencia, la economía global, el estilo de vida sureño, o la reducción de impuestos de los ricos. En lugar de personas, la gente se convierta en “daño colateral” o estereotipos sin rostros en el Facebook o basura compactada en la parte trasera de un camión.
En contraste, Jesús enseñó en Mateo 18 y en Lucas 15 que cada una de las ovejas es tan importante para Dios que el pastor las conoce y deja a las noventa y nueve para buscar a la que se ha perdido. Cada oveja, cada persona es amada e importante, y debemos poner atención al que está perdido y al que no tiene suficiente alimento, al olvidado, del que se abusa, al que se explota, al oprimido y pisoteado. Somos llamados a seguir a Jesús, el Buen Pastor, en un mundo de Caifás. Por esa causa Jesús murió y hace 50 años en Memphis fue asesinado uno de los seguidores de Jesús. Que Dios tenga misericordia de nosotros y nos dé valentía. Amén.
Kyle Childress es pastor de la iglesia Austin Heights Baptist Church en Nacagdoches. Altamente comprometido a la reconciliación racial, fundó el Servicio Conmemorativo Martin Luther King en 1991.
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